Amanda Labarca

Estado del arte

El trabajo de Labarca ha comenzado a visibilizarse con mayor ímpetu en las últimas décadas. La relevancia de su obra ha sido estudiada resaltando su rol en la educación (Cruz, Jiménez, y Aylwin, 2011; Huaiquián, 2018; Moccia-Hofinger, 2010; Núñez, 2002; Pinochet, 1944; Salas y Morgado, 2018), psicología (Salas et al., 2014; Salas et al., 2019), feminismo (Caiceo, 2015a; Eltit, 1992; Guil y Vera, 2010; Kottow, 2013; Rojas, 2011), aspectos de su biografía (Reyes et al., 2002) y algunos trabajos de corte general (Caiceo, 2015b; Delgado, 1946; Salas, 2018; Stuven, 2019). Se han desarrollado también algunas tesis de pregrado (Oñate, 2017) y postgrado, vinculadas de forma directa (Mardones, 1976) o indirecta a su obra (Hernández, 2010; Ríos, 2009; Roof, 1994; Travis, 2007).

No se puede continuar sin mencionar los dos principales trabajos desarrollados sobre la escritora en cuestión. El primero, es la contundente biografía Amanda Labarca. Dos dimensiones de la personalidad de una visionaria mujer chilena (1996) escrita por Emma Salas. El segundo, es el eminente texto denominado Una Antología Feminista (Labarca, 2019) publicado en la Colección Maestros y Maestras de la Universidad de Chile en un intento por traerla al presente, rescatando algunos de sus principales trabajos, a los que se adhieren una polifonía de voces femeninas que, dialogando con sus ideas, la interpelan y revisitan (Zerán, 2019). Las obras del corpus son las siguientes:

Veladas del Ateneo (1906), libro colectivo donde Amanda Labarca publicaría uno de sus primeros trabajos.

A pesar de estos aportes, la contundencia del trabajo de Labarca contrasta con lo parcial que son los análisis de su obra, aunque su imagen y pensamiento han sido objeto de culto y admiración. Su sobresaliente trabajo cobra mayor fuerza por las dificultades que tuvieron las mujeres chilenas para lograr posicionarse en la esfera cultural y política del país (Eltit, 2018; Montecino, 2018; Pinto, 2017; Winkler, 2007), lo que, incluso, viene a ser parte del ethos del movimiento feminista de mayo del 2018.

De los análisis realizados existe una indudable estratificación hacia los ejes ya mencionados. De hecho, al revisar el índice de la antología feminista se seleccionan textos de Labarca en los ejes ‘Feminismos’, ‘Educación’ y ‘Extensión cultural’ (Labarca, 2019), entre los cuales se excluye el entramado ‘Literatura’. Sin embargo, en una publicación realizada con un año de antelación, denominada Amanda Labarca y su obra (Salas, 2018) hemos clasificado su obra en los siguientes ejes: ‘Literatura’ (Labarca, 1909, 1915, 1921, 1945), ‘Mujer y feminismo’ (Labarca, 1914, 1934, 1947) y ‘Educación’ (Labarca, 1919, 1927, 1938, 1943, 1953, 1964). Ciertamente, la obra de Labarca es mucho más amplia y se deben agregar otros tópicos: ‘Filosofía’ (Labarca, 1931), ‘Ruralidad y vida campesina’ (Labarca, 1936), e ‘Historiografía’ (Labarca, 1939), sin embargo, éstos no se articularon claramente a un eje principal, dado que fueron trabajos más aislados, aunque no menos importantes en la totalidad de su obra. De hecho, su Historia de la Enseñanza en Chile —clasificada como historiografía— ha sido por años la más importante de las historias de la educación de nuestro país y es, sin lugar a dudas, un trabajo pionero. Probablemente, sólo los tres tomos del equipo de Sol Serrano, vienen a paliar una deuda histórica en estas materias (Serrano et al., 2012, 2013; Serrano et al., 2018).

Ahora bien, su obra literaria, fuerte en su composición, robusta en sus inicios, prolegómeno de su corpus posterior y abandonada a la postre por la propia autora en una etapa más madura de su vida, no ha sido estudiada a fondo en la actualidad, y tampoco lo ha sido su condición de lectora, escritora y crítica, aspectos que esperamos analizar con suma detención. Aún así, se detectan algunos trabajos que abordan de alguna forma estos derroteros. El primero se denomina ‘El paradigma masculino-femenino en la obra de Amanda Labarca’ (Pinto, 1990), en el cual se abordan algunos aspectos vinculados a dicho paradigma, aunque existe un apartado en el que se hace referencia al libro La Lampara Maravillosa (Labarca, 1921) clasificada por Pinto como novela corta en el rubro ficcional. En ésta se abordan temas relacionados con la lucha de una mujer contra su destino en un entorno conservador. Sin embargo, la autora que más ha desarrollado esta línea es Gilda Luongo, quien publicó ‘Acción feminista y contradicción en la discursividad de Amanda Labarca’, en el cual se estudian los ‘nodos complejos y turbios’ en textos literarios menos conocidos como Desvelos en el Alba, más que sus claridades e instalaciones monumentales (Luongo, 2001). La misma autora desarrolló un capítulo denominado ‘La escritura en viaje de Amanda Labarca’, publicado en su libro ‘Paso de Pasajes. Crítica feminista/Escritos ensayísticos’ en donde arguye la figura del viaje como estrategia discursiva develadora de las conexiones entre acción, pensamiento y afectaciones de la subjetividad (Luongo, 2018) en la cual Labarca desearía ser parte de lo nuevo sin despojar lo tradicional.

En relación a los cuatro textos descritos al inicio de este proyecto es importante destacar que los tres primeros textos se publicaron entre sus 20 y 35 años de vida y el último, si bien se editó posteriormente, son ensayos escritos entre 1920 y 1936, ya que no fueron publicados por su iniciativa sino por solicitud explícita de su amigo y editor José Santos González Vera. En torno a estos cuatro textos hemos publicado el Archivo Analítico Amanda Labarca. Tomo I. Literatura y Crítica Literaria (Salas et al., 2020) el cual presenta una diversidad de fichas que presenta información relevante a través de citas y etiquetas que permiten conocer y situar algunas líneas del pensamiento labarquiano. Adicionalmente, es importante destacar que Impresiones de Juventud aparece referido tempranamente en un tesauro de la University of Duke, dedicado a la literatura chilena (Leavitt, 1922a, b). Por esos mismos años, en plena década de los años ‘20 el Consejero de la Embajada Chilena en Washington —de apellido Castro Ruiz— mencionaba a Labarca entre las tres mujeres que debían destacarse en el ámbito de la literatura chilena, junto a Iris y Gabriela Mistral (Castro, 1922).

Con gran riqueza de ejemplos y delicadez de argumentación, fue el ecuatoriano Florencio Delgado Ordoñez, estudiante de Labarca en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, quien a mediados del siglo XX desarrolló un libro dedicado a ella, en el cual la describe como autora de textos de arrobamiento literario (Delgado, 1946). Es importante agregar que este autor conocía tan bien su obra que menciona entre sus libros, una serie de tres textos: Julia García James, Como las he visto yo y Mujeres chilenas (Delgado, 1946), los cuales aún no se han detectado en nuestro estudio preliminar en los diversos catálogos del patrimonio cultural chileno —también se revisó el catálogo ecuatoriano—. Estos libros tampoco se encuentran en el listado de obras clave de nuestra autora en la citada antología feminista. Se podría augurar que se trata de libros de clase o compendios no publicados, lo cual puede ser interesante de rastrear a fondo en el trabajo de archivo de este proyecto.

En esta revisión se puede observar cómo el trabajo de Labarca ha sido mostrado en los diversos contextos aludidos. Es de amplio conocimiento que sus aportes han influido en la problematización y construcción de miradas que interpelan los convencionalismos de la sociedad nacional, para avanzar hacia resignificaciones e iniciativas socioculturales de empoderamiento de las mujeres en el espacio público, literario, cultural y político, así como también a través de miradas transformadoras sobre la educación, espacio donde es posible forjar una trama con otras mujeres intelectuales y escritoras significativas, como es el caso de Mistral, con la cual la unió el sentimiento por la literatura y sus vínculos hacia el pensamiento educativo. En contraste con los escasos análisis literarios sobre Labarca, existe una holgura de derroteros sobre el trabajo de Mistral donde se ha estudiado a cabalidad su figura en el ámbito de la literatura (e.g., Castillo, 2015; Falabella Luco y Domange, 2010; Munnich, 2010; Rojo, 1997; Sepúlveda, 2018). De seguro, su condición de Nobel otorgado en 1945 y una serie de otros procesos culturales, ha generado estas diferencias respecto al caso de Labarca. Sin embargo, el movimiento feminista, los procesos políticos, y una serie de fenómenos culturales podrían posibilitar la existencia de nuevos decursos y movimientos. Sobre el tema de la mujer, sus aportes están registrados en el importante libro de Felicitas Klimpel (1962) denominado: La mujer chilena. El aporte femenino al progreso de Chile. 1910-1960. En este trabajo se puede apreciar como Labarca es la mujer con mayor cantidad de entradas en el índice onomástico.